sábado, 12 de marzo de 2011

Descubrir EL FUEGO

Curiosa versión de cómo se descubrió el fuego, no os la perdais.

     Nos encontramos alrededó der año 1.000.000 a. F. (antes der Facebook), en un mundo en er que los dinosaurios ya se han extinguío, Frigo está mosqueá porque los polos se están derritiendo, y er planeta Tierra lo ocupan las tres grandes espesies: los animales sarvajes, los homo erectus y los pokémon. Son tiempos difísiles. La tecnología no existe. Los homos erectus tienen que levantarse pa cambiá er canal de la TV manuarmente. Todavía se utilisa er vídeo Beta, y er único videojuego existente es la GameBoy sin coló, esa que parese un ladrillo. La cosa estaba jodía.

¿Qué es un homo erectus? os preguntaréis. Esta forma de vida humanoide es anterió ar homo sapiens sapiens, y se caracterisaba por poseé la frente protuberante, estilo Shaila Durcal, las cejas gruesas como dos velcros, y la mandibula echada pa´lante. Vamos, un aire a la protagonista de Sexo en Nueva York pero en guapo. Eran seres sarvajes, que igual te daban un lametón en la cara que te pegaban un guantaso que te dejaban la cara más pallá que pacá. Lo disho, bestia bestia.

Y entre estos homo erectus (no, no voy a haser chiste der nombre) destacaba uno en concreto: er Juaqui, un homo como otro cuarquiera, que vivía en una cueva de alquiler con su mujé troglodita y sus niños sarvajes. Era un homo erectus tranquilo, extraordinariamente tranquilo. Se quedaba dormío en tós laos, y luego lo tenían que despertar con electro-shock. Dormía er gashó en er trabajo pa no tenerse que levantá por la mañana e irse pa trabajá. No tenía sangre en las venas, tenía leshe calentita. Exagerao de flojo.

Er Juaqui trabajaba de basurero, limpiando las mierdas de los demas homos erectus de su barriada. No le gustaba musho su trabajo, to sea disho, y la verdá es que era comprensible: sus vesinos eran mu mu guarros. Las ratas iban por allí con mascarilla. Mushas cucarashas se habían dao de baja por depresión. Las borsas de basura eran radioactivas. Conclusión: er Juaqui estaba desesperao.


Una noshe, de esas en las que er trabajo se hase espesiarmente pesao, nuestro homo erectus iba con la escoba en una mano y una botella de White label de litro y medio en la otra. Iba perjudicado, pa qué nos vamos a engañá. Normarmente no tenía ganas de currar, pero es que aquella noshe miraba la escoba y le entraban ardentías. Normal, estaban las calles regadas de basura, peor que la noshe der 6 de enero, dóspues de los Reyes Magos, fíjate tú. Pobresito.

Se sacó er tio un pitillo der borsillo der pantalón. Le apetesía fumá mientras bebía. Era asín de espesial nuestro Juaqui. Se puso la boquilla en la boca (¿aónde si no?) y, de repente, se le ocurrió una pregunta de suma importansia: "¿y ahora cómo cohones me ví a fumá yo er sigarro si no existe ná con lo que ensenderlo?". Era una cuestión filosofal, una pregunta trancendental, que se habían hesho mushos homos antes que él, como aquella de "¿Qué fue antes, er huevo o la gallina?" o esa de "Si un abogado se vuelve loco, ¿pierde el juicio?".

Cogió entonses er Juaqui dos palos der suelo y se puso a frotarlos con violensia. No sabía por qué lo hasía... Güeno, en realidá sí: lo había visto haser en "Supervivientes". Siguió frotando y frotando, frota que te frota. Cuando llevaba media hora de reloj de sol (aunque era de noshe), empesó a salí chispitas de allí. "Casi, casi...", pensó. Dos horas dospués se dio por vensido. Se incorporó y tiró los palitos a-tomá-por-culo por ahí...

Se asercó a un gashó que estaba apoyao en una farola serca de él, con más mala pinta que Amy Winehouse disfrasá de Gollum. "¿Tú tienes fuego?" le preguntó.

"Sí, pisha, aquí tienes".

"Grasias".


Y asín fue cómo se descubrió er fuego.

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