lunes, 14 de marzo de 2011

El dueño de la mitad del agua de lluvia

(Conversación con el señor lustrador de zapatos)

Yo que suelo hablar mucho y meterme en todo, un buen día, mientras me lustraban los zapatos mantuve una conversación con el señor que lustraba. La conversación se inició, con el siguiente diálogo. Él me preguntó: -¿es americano usted?- y yo a su vez le contesté como hacen los gallegos, es decir, con otra pregunta, - ¿en qué nota usted que soy americano? - el señor me miró con cara de haberse equivocado y trató de arreglar  lo que de pronto a él le pareció que se había equivocado; volvió a insistir, -usted parece como norteamericano-. Yo le dije: -le voy a dar una pista para ayudarle a conocer mi procedencia, soy de la madre patria-. -¡¡Ohh… Es español!! – contestó.
Después de unos momentos de silencio, el señor lustrador de zapatos, volvió a decir, - dicen que estoy loco y sin embargo mire como adiviné de dónde era usted- yo le respondí: -todos estamos un poco locos y si no de que….-
De nuevo se hizo el silencio y de pronto…. -¿sabe usted? yo soy el dueño de amenos el 50% del agua que cae durante la lluvia y de pronto tanto insistir de que estoy loco, un buen día se van a dar cuenta que les reclamo ese derecho que tengo sobre el agua para que vean que no estoy tan loco como ellos dicen. ¡¡Es más, también tengo derecho a la mitad de todo lo que usted ve y nos rodea!! -.
En un principio, me quedé sin poder darle respuesta a su reclamación, y esa no es una cualidad que me sea propia (yo siempre suelo responder). No tardé en reaccionar y le respondí: -¿sabe usted que no está tan equivocado?, todos de alguna forma y manera somos dueños de  lo que nos rodea, si no del 50% como usted reclama, si de amenos de parte equitativa. Eso si, somos, más que dueños, responsables como seres racionales de la responsabilidad de lo que el dios del universo nos dejó al cuidado-.
El señor lustrador levantó sus ojos que hasta ese momento mantenía puestos en su trabajo y me miró como incrédulo de que por fin alguien comprendiera que su reclamación era de alguna forma justa.
El señor volvió a interpelarme: - ¿sabe usted? en muchos momentos de mi vida me acosté sin nada en mis tripas, y ya estoy cansado, que teniendo derecho a la mitad del agua de lluvia, no tenga ni para comer y encima me llamen loco.
Ahí me dejó pensativo y preguntándome: - ¿si la mitad del agua que cae de las nubes, es del lustrador de zapatos, de quien será el resto? -

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